Imperfectos, y sin embargo, líderes

La humildad es una cualidad poco habitual en el liderazgo. Casi siempre que vemos a un líder reconocer errores, es o bien porque no le ha quedado más remedio, o como antesala de una dimisión. Da la sensación de que en cuanto alguien es nombrado líder, deba pasar a saberlo todo, a dominar todas las áreas, a ser omniconscientes, omnipresentes y omnipotentes. Nos hemos educado en una cultura en la que el líder es una especie de superhéroe que no comete errores.

Sin ir más lejos, la política nos ofrece un ejemplo de liderazgo muy extendido, pues quienes nos gobiernan se convierten automáticamente, desde el momento de ser desginados, en referentes de liderazgo. Los gobernantes no se atreven a decir “me equivoqué”, “no estoy seguro”, “no sabría hacerlo”…

Creemos que cualquier ejercicio de humildad de un líder es interpretado como muestra de debilidad y de forma indisociable, como muestra de incompetencia. Los humanos somos imperfectos, los líderes no. ¿Acaso los líderes dejan de ser humanos cuando se convierten en líderes?

El liderazgo, como andar en bicicleta, se aprende practicando. No se es líder porque a uno le nombren líder. Recuerdo que en mi primer año liderando personas hice más “de pinche” que de jefe. Acababa haciendo yo mismo el trabajo, no por desconfianza en el equipo, sino porque aprender a delegar es parte del proceso del líder y una de esas cosas que uno no aprende de forma automática.

Y hay dos maneras de aprendizaje que nos han guiado como especie: la imitación, y el ensayo-error. Con la educación, irrumpió un tercero, que es el aprendizaje guiado; el que nos digan directamente qué debemos hacer y cómo.

Este último es el de los colegios, el de la cultura empresarial. El de la inmensa mayoría de lo que aprendemos y enseñamos. Y también el de los líderes, de modelos coercitivos o paternalistas, que son los más habituales. Líderes que dicen a su equipo qué debe hacerse, cómo y cuándo. Y si algo va mal, el equipo vuelve al líder, que de nuevo dice qué hay que hacer.

El líder coach o líder colaborativo es el que hace reflexionar a su equipo y le ayuda a tomar sus propias decisiones.

Y así es como yo hacía con mi equipo, y cuando el equipo no respondía como yo quería, acababa haciéndolo yo. Porque así lo hicieron conmigo y mi forma de aprender a ser líder fue por imitación. Pero por el camino descubrí otra forma de liderar y otra forma de aprender: La reflexión.

Cuando uno reflexiona, se da cuenta de que puede ser capaz de encontrar las respuestas por uno mismo… el problema es que casi nunca nos paramos para hacemos las preguntas adecuadas. La reflexión es la base del modelo de líder colaborativo. Que invita a reflexionar. Que no te responde cómo debes hacerlo, sino que te pregunta, “¿cómo vas a hacerlo?”.

El líder coach o líder colaborativo es el que hace reflexionar a su equipo y le ayuda a tomar sus propias decisiones. El que no impone ni obliga; el que convence y acompaña. Porque alguien que ha llegado a una decisión a través de sus propios medios, es alguien mucho más convencido de lo que hace. Y cuando alguien actúa bajo su voluntad es un aliado más confiable, seguro y sólido que quien actúa obligado por las circunstancias.

Cuando alguien actúa bajo su voluntad es un aliado más confiable, seguro y sólido que quien actúa obligado por las circunstancias

Es un camino más largo de recorrer, porque el equipo no siempre encuentra su camino a la primera, y no siempre el camino recorrido es el más corto, el más rápido, o el más acertado. En una sociedad donde el tiempo vale dinero, queremos que nos den la solución hecha, rápida y fácil. Pero lo más fácil no siempre es lo que más nos curte. Lo que aprendemos recorriendo nuestro propio camino y cometiendo nuestros propios errores nos hacen crecer mucho más personal y profesionalmente.

Con esta actitud uno asume que puede ser imperfecto, y sin embargo líder. El líder que hace reflexionar debe asumir también la posibilidad de error de su equipo, e incluso la suya propia. Porque este modelo de liderazgo hay que empezar aplicándolo a uno mismo. Reflexionando antes de tomar decisiones, preguntándose las cosas a uno mismo: “Sí se hacerlo. Voy a pensar cómo. Pero voy a aceptar que puedo equivocarme.”

Con esta actitud uno asume que puede ser imperfecto, y sin embargo líder.

Estoy deseando ver más líderes colaborativos, humildes e imperfectos. Empezando por los que nos gobiernan.

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